Notas para la Formación de Profesores de Educación Especial
El Arte mira a la Salud y a la Educación
La Experiencia subjetivante como experiencia estética
Pensar en el Arte y en el Niño, supone pensar en dos estructuras categoriales en construcción permanente. La experiencia del niño pensada, observada y escuchada como experiencia estética propone crear una nueva capa ontológica y desde allí producir y montar nuevas paredes, nuevos nudos borromeanos. “Sólo como experiencia estética podrá ser comprendida la realidad” dirá Nietzsche, y esto nos convoca a un cierto lugar para habitar un pensamiento que vincula el Arte con la salud. La Salud pensada no ya desde el par dialectico Salud /Enfermedad o en el mejor de los casos como Salud /Enfermedad /Atención, sino además como proceso de salud comunitaria. Pensar en Tramas colectivas y no ya en Sujetos separados de. /. Experiencias de salubridad en la región proponen “advertir el fortalecimiento de los sujetos, no solo en su dimensión corporal conforme la tradición en salud púbica (x ej. Vacunas) sino pensarlos como ciudadanos con capacidad de reflexión y autonomía” (Souza Campos)
El Arte que mira a la Salud, en su despliegue todo, en donde al menos 2 ejes están fuertemente expresados en lo que al campo del Arte atañe: él elemento lúdico y el elemento de la creación. Elementos monadales subyacentes a toda las posibles capas que constituyen el arte. Habitar la salud desde el arte como creación y como juego nos hace entrar por puertas de las del tipo de Alicia en el pais de las maravillas: puertas que se agrandan, se achican, conforme vayamos avanzando y diluyéndonos como sujetos. Dejarse tocar y maleabilizar por estos cambios que propone el arte, es dejarse “cambiar” de estados que atañen a la construcción de la subjetividad. Estos cambios de formas en el Arte, devendrán en cambios en la materia de la Salud. Tendremos algo así como Subjetividad hecha materia. Y en forma del tipo banda de moebius, moviéndose el arte y la salud, cohabitando y mutuamente determinándose.
Ahora bien ¿Que significa estar frente a un Niño atravesado por una designación que toca lo patológico, que lo designa como algo por fuera del sistema? ¿Implicará designar del otro lado a sujetos “sanos”, por fuera de este terreno tan cenagoso como es lo discapacitante, la discapacidad? ¿No estaríamos produciendo más discapacidad, más enfermedad al situarnos en el lugar por fuera de este evento? Los gerundios reflejarán estos estados: ¿No estaremos discapacitando, enfermando aún más?
En cambio mirar, escuchar, al evento: Docente /Niño, Adulto /Niño, Terapeuta /Niño, no como una díada quieta, sino como una forma impasible que presenta múltiples manifestaciones, diversos devenires, vinculados al Arte, a la experiencia estética, cercana al juego, allegada a la creación, supone un cambio de parada, de posición a través del cual no solo mirar /escuchar al niño, sino mirar /escuchar a ese otro que interjuega con él.
La propuesta está cercana a zonas que permitan al adulto escuchar a este niño. Alejados de Ulises que no pudo escuchar a las Sirenas, solo tal vez, porque era una experiencia que provenía del afuera y no desde su subjetividad. Pensar la música no como un evento por fuera del dispositivo que arma y gesta el encuentro con el niño. A los niños no les tenemos que “Poner muisca de un tipo o de otro” para producir determinados gestos ya esperados, canciones ya repetidas, sonidos ya anticipados, reacciones ya estandarizadas.. A los niños los tenemos que dejar que nos convoquen a su juego., a su música, que luego, podrá ser “nuestra”, al interior de un vínculo ya fundado. Juego siempre igual y siempre diferente, que nos invita a meternos en ese espacio intersticial de producción de a dos, de a tres, de a cuatro, en donde prima el desorden, el deseo, el juego, el evento desorganizado, plasmado en la palabra, en la corporalidad, en los sonidos y en la música.
Por otro lado, la propuesta no supone negar el real de ciertas diversidades de formas que en muchos casos portan marcas tan visibles en el cuerpo de los niños, sino traer ese real al campo de la producción estética, vía la producción subjetiva /subjetivante que suscita la experiencia con el Arte. Y de este modo correr “lo natural” “lo naturalizado”, por aquello que irrumpe con la fuerza y la impronta de lo singular, de lo alocado, de lo insospechado.
En el caso que nos convoca, la formación de futuros docentes /actores implicados en el futuro inclusivo de los niños, en donde la diversidad y la diferencia deberían ser los sostenedores del proceso enseñanza /Aprendizaje, pensamos que será necesario interrogar ciertos “trajes” o “posturas” que empujan a la formación de sujetos en serie. No por estar en desacuerdo con la serie, vaya forma digna, si las hay, en este caso, lo digo, refiriéndome a algo que empuja a lo igual, al deseo del otro, a la alienación, a la repetición sin la diferencia.
Hacer surgir “el disparate” (Perea – 2008) por sobre lo naturalizado, la voz deseante y convocante, por sobre la práctica previsible de lo mediático. Aparecer y Desocultar la manifestación clínica, áulica, será una experiencia estética en tanto múltiple, deforme, única, inefable, cual abismo supone estar atento al posible cambio de estado. Algo que se presenta no para ser siempre igual, ordenado, sino más bien, algo que en general se presenta, para ser caótico, desordenado, desenfrenado. Este invitar al sujeto a traer su disponibilidad y no su enfermedad, que invita a ser co – jugadores de algo que se sospecha, y no que se sabe a ciencia cierta. Alejados de la experiencia de encontrar la receta, la llave que abra o cierre gestos, voces, susurros, canciones, movimientos, sino la esperanza y la ilusión de encontrarnos con la belleza y el estremecimiento, de la experiencia vincular, siempre nueva cada vez, siempre caótica cada vez, siempre libre cada vez.
Dejarse llevar hacia el territorio de lo sensible y del contacto (Claudia Banfi) que supone escuchar en disponibilidad a este niño. Ofrendar un espacio fundante para crear y jugar, supone gestar un acontecimiento alejado de lo naturalizado, sino más bien cercano al reto o desafío de lo nuevo.
Cierto enfoque antropológico nos ofrece la perspectiva de entrar en estado de observación. Agregaremos a este enfoque el de la Escucha. Observación y Escucha. Detenerse a Escuchar lo que el niño en situación de aprendizaje desea, pide, otorga. Mirar y Escuchar a este niño siempre nuevo cada vez. Al interior de un vínculo que también se funda y refunda en el devenir temporal.
Las categorías de enfermedad nos colocan en un lugar de mirar y escuchar siempre lo mismo, lo igual, lo que ya incluso está prescripto, predicho en algún manual monográfico (Ej. DCM IV).
Disciplinar cuerpos, hacerlos entrar en cajas cuya naturaleza tiene un mismo origen detiene el surgimiento de lo nuevo, de lo insular, lo disparatado, surgido del niño, en el terreno de lo inefable, que por no entrar en “corsets” se quita de cuajo, no se mira, no se escucha.
Pensar al sujeto, en este caso me gusta volver a nombrar al Niño, en sus diferentes nosografías, marcas, significantes que le asignan y designan “dificultades” suponen repensar concepciones de sujeto. Bajo que paradigma se ponen en relieve a la enfermedad como lente a través del cual mirar / escuchar. Paradigma que supone también del otro lado un sujeto portador de un “bien” (en su doble acepción: de objeto y de bienestar), que le dará o donará a ese otro que no lo tiene, o lo tiene fallado, plausible de ser habilitado o rehabilitado. Si bien las últimas clasificaciones (CIF -2002) proponen una descripción por funcionamiento antes que clasificar por enfermedad (CIDYM – 1984), el paradigma del Arte propone tal vez una vuelta de rosca más al complejo tema de las diferentes y diversas posiciones epistemológicas a través de las cuales pensar a este sujeto que se presenta con formas diferentes. Dice Gustavo Rodríguez Espada: Plantear una ética que permita desplegar la mayor cantidad de estéticas posibles. El pensamiento estético en musicoterapia propone a la estética como forma. Cuando piensa a la ética se la piensa como aquel acto singular, subjetivo y subjetivante que convoca a la soledad. Al uno con uno mismo. Algo cercano a la muerte, dirá Alejandro Ariel. Nada más lejano al código, en todo caso, atravesado por lo particular, pero fundado en el eje que se traza en el horizonte de lo Universal – Singular (Fariña). De este modo la parada ética, que posibilita la diversidad de estéticas, arrasa con la naturaleza, con la genética que dice y postula por escrito y de antemano lo que un niño debiera hacer, lo que un docente o terapeuta debiera mirar , lo que un docente o terapeuta , debiera escuchar. El advenimiento del acto ético arrasa con el standart, y como acto potente, único e irrepetible, propone dejar en superficie todo el tiempo a la singularidad, a la mismidad. Es ese acto ético y estético el que nos permite escuchar al niño desde su singularidad que deviene en la multiplicidad de las formas. ¿Será acaso una promesa pensar que aquello que se construyó como forma de padecimiento, tal vez devenga en forma caótica saludable?. A partir de un vínculo que deconstruya lo clausurante, lo discapacitante, lo enfermante: aquellos fatales gerundios. La Musicoterapia se propone como Práctica Reflexiva (Paterlini) cercana a la investigación / Acción, y en términos técnicos se abre una caja de herramientas allegadas a un escuchar / sonando, con este niño. Es en esta co / construcción de formas, improvisación libre mediante, será imposible no poder ver / escuchar, aspectos bellos, saludables en la producción discursiva de este niño y de este docente . Por más dificultades, caos, o como querramos llamarle tenga esa manera de estar y de desocultarse. La Improvisación Libre, dispone a la materia, y a los sujetos para darles formas. Tocar, meter el cuerpo, poner nuestra voz, estar cerca de diferentes materiales (idiofonos, membranófonos, cordófonos), es tarea cotidiana, artesanía pura. Pretendemos con el niño fundar cada vez líneas de tiempo, momentos de caos, bellas melodías, sonidos guturales, solo leves hilos de respiración, golpeteos de manos, tamborileo de dedos, rugosidades, zonas lisas, abrazos, miradas, silencios.
Silenciar nuestras creencias. Crearse más que Creerse (Banfi – 2005) Abrir la puerta de la escucha supone a un sujeto que pueda acallar su saber acerca del otro. Tenemos que poder permitirnos el despojo a la hora de la construcción de un vínculo con un niño. “Declararse ignorante, lo que no implica que lo sea”( Lacan)
La Adisciplina Estética (Rodriguez Espada) la Aposiciòn (Perea) la Disposición (Claudia Heckman) propone al acontecimiento desde la posibilidad, desde la sospecha de que algo no entrará en la estructura, de que algo devendrá en forma nueva, corrida del padecimiento al cual el niño, por mecanismos discursivos disciplinantes, parece estar condenado.
La musicoterapia propone el flujo libre de expresiones, soporte musical – sonoro – corporal mediante, materia maleable, desprovista de significados a priori, que se presenta como lugar cómodo, ideal, para que nuevos acontecimientos devengan. El ida y vuelta del musicoterapeuta / Niño, Niño / Musicoterapeuta se ofrece como devenir de rugosidades, de intensidades, de velocidades, sin la univocidad que proponen ciertas corrientes que ciñen al vínculo en tipologías sonoras inherentes a determinadas patologías o cuadros nosográficos. Pensar al Docente formado en alguna especialidad dentro del campo disciplinar de la Educación Especial, como posible potencializador de estos recursos y territorios que si bien son de la especidificidad del musicoterapeuta, el docente podrá apropiarlos, reproblematizarlos, tomarlos como posición desde donde mirar / escuchar al niño. El Arte mira a la Salud, La musicoterapia mira a la Educación, El musicoterapeuta mira al docente, y ambos deconstruyen una posible nueva mirada / Escucha, cuyo propósito es continuar la búsqueda de sendas para poder llegar, tocar, mirar, escuchar a un niño. Siempre pensamos en instituciones o dispositivos, comunidades educativas, educativas terapéuticas, en donde el trabajo transdisciplinar sea una posibilidad. El horizonte de entramarnos en red, y “enredados” caminar hacia el bien común y colectivo. Familia, Niños, Docentes, Institución trasponiendo los compartimentos estancos y ponderando el pensamiento, el Arte, la Salud y la Educación colectiva.
Otoño de 2011